Te veo descender de la montaña con un susurro de escarcha, tan ingenua y fresca, tan dócil y tan niña.
Corres por despeñaderos con la inocencia de un ciervo juguetón que no presiente el peligro.
Te escondes tras un risco, asomas en una quebrada, sorteas pedregales, flotas en una cascada, limpia, diáfana, espumosa, transparente y dulce.
Si en tu camino aparece un puente, disminuyes tus ondas en ramillete de cristales húmedos y avanzas presurosa con manojos de nutrientes listos para regalárselo al valle en suspiros chispeantes, en burbujas tiernas, en chorros ya oscuros de tanto arrastre.
Te sientes confiada, te sabes necesaria, querida, esperada y no temes al peligro, lo ignoras, lo evades. Tu entrega es silenciosa y basta. Te prodigas desde los ríos, arroyos, manantiales, lagunas, vertientes en un núcleo líquido que ofrece vida.
Generosa, entre tules de espuma te sumerges aturdida, avanzas cantarina o respiras en un caudal de vertiente que seduce transparencias.
¿Cuándo supimos valorarte? ¿Cuándo apreciamos tu virtud infinita?
Agua, copiosa de soles, serena reina de la naturaleza, hada peregrina, promesa de futuro, hoy debemos protegerte porque el enemigo acecha.
Agua, que transpiras vida, es el momento de preservar tu esencia.
4 comentarios:
Una hermosa entrada Gloria... Tan poca importancai que le damso y tan valiosa que es..
Cariños!
El agua oirla no se que tiene que me hace sentirme bien, es algo magico que me transporta, que me sirve de relajamiento.
Precioso post que hoy nos dejas.
con cariño
mari
Tan bonito el poema como valioso el final. Es un regalo y una invitación. Gracias por ambos.
Un abrazo.
Queridas amigas, gracias por vuestra adhesión.
Cariños
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