jueves, 22 de abril de 2010

A mi padre


Tu presencia espiritual nos abriga
Como los rayos de un sol enamorado.
Y en la brisa otoñal hoy se cuelan
Tus manos rudas y tus ojos claros.
La tierra que labrabas aún perdura
Mas, palidecieron los sembrados.
La casa que tus brazos levantaron
Se derrumba sin remedio,
Pues su dueño se ha marchado.
La familia que forjaste vive plena:
Tu esposa se fortalece en soledad,
Tus hijas se esfuerzan con su destino,
Tus nietos asoman a la vida entusiasmados.
El recuerdo de tu existencia está vigente
Porque tu esencia es nuestro legado.
Acariciamos tu imagen, en el corazón grabada
Tras los muchos años que nos has faltado.
¡Cuánto hemos aprendido por tu ausencia!
Mas tu guía y tu ejemplo nos convocan esperanzados.

viernes, 16 de abril de 2010

Mientras pasa la vida






Hoy, la brisa otoñal mece las hojas de un pequeño poema

Mientras pasa la vida
Disfruto cada día.

Mientras atesoro experiencias
Aprendo de cada error.

Mientras espero mis sueños
Pinto de luz cada hora.

Mientras enhebro mis actos
Bordo el festón de mi destino.

Mientras pasa la vida
Amo… gozo…vivo…


domingo, 11 de abril de 2010

Máscaras

La brisa de otoño comienza a soplar hacia mi interior

La vida es una serie de habitaciones y en cada una de ellas debemos usar distintas máscaras y disfraces.
Estamos tan acostumbrados a cambiarnos o actuar en consecuencia, que nos parece normal adoptar cada día la imagen acorde a nuestras acciones hasta que se transforma en un hábito.
Hay máscaras que nos hacen sentir más cómodos, hay otras que nos ahogan, nos asfixian, y aún otras que nos dejan demasiado expuestos.
Así, simplemente, saltamos de una a otra siguiendo la rutina del tiempo.
Desde niños, en casa somos tímidos y discretos y con nuestros amigos explotamos toda la energía reprimida o al revés; cuando llegamos a jóvenes  cubrimos nuestra inexperiencia con gestos, palabras y acciones de personas superadas, y ya adultos adoptamos rostros relajados aunque la angustia, la frustración y la impotencia atenacen el alma.
Hoy me he mirado al espejo y me he preguntado ¿quién soy?; lo que veo reflejado ¿es una máscara de mí? Esa es la pena, llega un momento en que la auténtica imagen se diluye ante la diversidad de máscaras que usamos.

lunes, 5 de abril de 2010

Soledad

La brisa hoy, deja caer sus hojas doradas sobre la fantasía de este relato.


Los días corren con pasos cansados, la brisa se aletarga en mi pelo y la rosa se deshoja sin remedio.
Olvidé el timbre de mi voz, y el hueco sonido de mis pasos rebota en las paredes vacías.
El parque verde bordeado de árboles añosos y centinelas; la Santa Rita y el jazmín de lluvia se disputan la esquina de la galería que nos vio disfrutar de la paz de la tarde, de la frescura del césped, de la visita de colibríes, canarios fugitivos, jilgueros traviesos y del alboroto de los nietos chapoteando en la pileta.
Atravesábamos esa edad del sosiego, caminábamos más lento, nos mirábamos con ternura y nos acompañábamos en los achaques. Descansábamos de la lucha diaria, del trabajo, la crianza de los hijos y de forjar un bienestar. Proyectábamos viajes a lugares desconocidos y nos apoyábamos uno en el hombro del otro en las noches de luna dando gracias por las metas logradas.
Pero decidiste partir y dejarme sola en esta casa inmensa, en este parque de sombras amenazadoras que penetran por los cristales y me perturban día y noche.
Te fuiste y no te perdono esta soledad ¿te cansaste de mí? No te justifico. No tenías derecho a cambiarme por esa loca descocada más joven que yo.