sábado, 27 de noviembre de 2010

Reflexiones

La brisa hoy divaga entre gotas de lluvia.


Lluvia. Gotas traslúcidas que danzan en los cristales. La tierra entrega su perfume húmedo.

Mi alma se sumerge y nada en reflexiones mojadas.

Las gotas saltan, se desgranan, extienden sus manos de agua y se sostienen en la inevitable caída.
¿Los seres humanos hacemos lo mismo? ¿O el individualismo nos posee?
Las gotas de agua no son idénticas pero sí transparentes, alegres, juguetonas como niños cándidos que disfrutan del instante presente.
En cambio yo infecto ese presente con virus y bacterias del pasado y pienso en los antídotos que debería adoptar para protegerme de ellos en el mañana.
¿Y qué hay del salto al vacío como las gotas osadas?
Hay temor, hay cobardía, hay emociones grabadas.
Sin embargo, admiro el equipaje de esas gotas livianas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Enredando dichos

Esta brisa juega a enredar dichos populares.


La noche y el miedo le conceden pies de plomo a mis pasos.
No sabía dónde estaba. Esa calle me era desconocida; sólo recordaba que unos besos brujos me llevaron hasta el embarcadero. En la humosa penumbra de algún lugar, unas manos de hada sumadas al licor ingerido, me reinventaron y encontré una cintura de avispa, una piel de porcelana... un manjar digno de los dioses. Y como yo al amor y fortuna resistencia ninguna me entregué al placer,   pero una mano de hierro me retornó bruscamente a la realidad. Y aquí  voy  tambaleante y temeroso por alguna calle del puerto, con el alma en un hilo, caminando sin saber hacia dónde, entre caras siniestras, ropajes extraños y sombras chinescas que acechan como en mis más negras pesadillas.
¡Y yo tonto, creí que era oro en polvo!

lunes, 8 de noviembre de 2010

Tradición

Hoy, esta brisa  se une a los festejos del Día de la Tradición.

Hoy doy paso a mi prosa para subirme al carro de la tradición.
Hoy hay fiesta en mi pueblo y las actividades gauchescas se asocian a los festejos: los jinetes en la doma desatan el grito festivo; un rumor de tonadas, cuecas y gatos enlazan  giros y vivas y se alborotan  las ropas paisanas al compás de la danza que provoca emoción.
 En los ranchos arde el fuego y en el pinche de acero, el asado de res o el chivo agitan sabios aromas que humedecen los labios en espera de una porción.
 Cada tanto la copa en alto en el brindis del "obligo" y una musa coplera suma odas a las virtudes del vino, mientras los perros se deslizan entre los paisanos o los niños que juegan, que atropellan, que se ríen, que se burlan del borracho  que la bebida tiene por credo.
Los puestos persas rodean la plaza e imitando a las hormigas, la gente conforma senderos concéntricos y constantes con su ir y venir, mirar sin comprar, observar sin ver, tan sólo caminar, encontrar rostros amigos, saludarse por encima del sordo ruido de una  muchedumbre incierta, cambiarse noticias superficiales y buscar una excusa para acompañarse a comer .
Hoy la tradición hace nido en mi pueblo y se apiñan las familias en busca de cura para cubrir el vacío de amor, de soledad de espíritu, de insatisfacción interior, para  olvidarse de que el futuro ha cerrado por vacaciones y así evitar sentir temor.
Hoy hay fiesta en mi pueblo, un pueblo lejos del mar pero cerca de las rocas, un pueblo con cardos en las huellas, con surcos bordados por verdes plantíos; un pueblo sin armas, sin remos  mas donde hay muchos aperos. Un pueblo de clima seco, pesado y árido, donde el alma queda presa en el marco del recuerdo, de costumbres ancestrales que las raíces tejieron. Un pueblo chico y sin muros donde el aire es puro y  el sol dora la llanura. Un pueblo parco en palabras pero supremo en dulzura.
El caso es que mi prosa adormece mi pecado, pues al asado de res, sin pudor lo he reemplazado con un  puré  de camote y una ración de pescado.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Amanecer de la esperanza

Una brisa tenue te roza la frente y te sopla esperanza.



¡Cuántos trinos!

Amanece
De ángeles es el coro
Que esa música denuncia.

¡Cuánta luz!
Resplandece
De ese sol es el brillo
Que el oro del día anuncia.

¡Cuánta paz!
Estremece
De la noche fue la trampa
Que aclamaba tu renuncia.

¡Cuánto amor!
Enternece
De tu alma emerge la fe
Que la esperanza pronuncia.