Estoy sola aquí, la música suena.
Estoy anciana allí, espero sin embargo.
El yo se escapa, no quiere condena,
Persiste adormilado en su letargo.
¿Hay luz o sombra? Penumbra serena.
El fruto cortado ¿fue miel o amargo?
Siempre la disyuntiva, cal o arena
Y no puedo evitar hacerme cargo.
Todo late, el corazón se estremece.
La sangre arde, ruge, bulle sonora.
El túnel libera un rayo que crece.
La sombra corre, otro gemido llora.
Soy un ser irrepetible que merece,
Al fin la esencia de mi Dios ahora.
7 comentarios:
Hermoso poema.
Triste, triste, nostálgico, alienación de soledades y ausencias, todo mezclado y armado en perfectos versos. Me gustó mucho.
Cariños!
Este poema es como la madrugada... vive la ausencia de luz pero aguarda la llegada del alba.
Cariños.
Pues en ese ahora es donde vamos a encontrar ese Dios que anhelamos y del que nuestro yo no querrá escaparse.
Encantado de entrar y comentarte
Un abrazo
Angus: Gracias por tu visita y tus palabras. Un abrazo
Sol: La tristeza a veces se intensifica para encontrar la alegría.
Cariños
Ana: Perfecta tu metáfora, me encantó.
Cariños
Julio: Gracias por acercarte a mi blog y por dejar tu comentario.
Un saludo
Un soneto genial. La música mana de él en cada verso.
Un saludo
Jesús Domínguez
Jesús:Gracias por tu visita y tu comentario
Saludos
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