sábado, 29 de marzo de 2014

Tiempo

Una brisa en calma distiende sus alas cansadas.

A veces el tiempo se pega en la piel del reloj y atenaza las agujas con una membrana gelatinosa. Y los minutos son horas… y las horas días… y los días…
Sin embargo, otras veces es tan fugaz como las estrellas fugaces,  y tan frágil como las escamas brillantes de esas mismas estrellas.
El tiempo, mi tiempo es cómplice  extraño de mis emociones y tan pronto se sujeta a mis lágrimas como huye con mis sonrisas. Mas, cuando necesito de su medicina, cada día me entrega una dosis de calma y cinco medidas de aceptación.
El tiempo, mi tiempo es el médico perfecto: lento, tenaz pero irreversible.
Me arrojo en la dualidad de mi tiempo y conspiro para retenerlo en la luz.


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