martes, 26 de abril de 2011

Conciencia

Una brisa tenue libera hojas otoñales.



La conciencia vive quieta
No aspira a remover el pasado
Teme sufrir si desata
Tanto recuerdo acumulado.

La conciencia se mueve
Algún dolor se ha escapado
Rasga la muralla cautiva
Y surge a la luz resucitado.

La conciencia en gotas se abre
Y los ojos se han anegado
Los resabios del olvido
Otra vez la han alcanzado.

La conciencia por fin cierra
Otro dolor acumulado.
Sólo lo puedes sanar
Si de frente lo has mirado.

domingo, 17 de abril de 2011

Otoño



Una brisa tibia se dulcifica en el afecto compartido.



Tiempo de frutos maduros que nos ofrece la naturaleza Tiempo de calidez. Tiempo de cosecha, de abundancia, de aire tibio y puro. Tiempo de disfrute que nos dispensa la amistad. La amistad que se conserva a través de la vida; que comparte vivencias, que supera tempestades, que acompaña, que ofrece, que entrega, que renuncia, que concede. La amistad que nos reúne en el oro del otoño a compartir sensaciones, gestos, palabras y silencios. La amistad que se fortalece en la trama de evocaciones, en la charla simple, en la indagación aguda, en una caminata, en el juego, en la comida placentera, en el mate, o en la cosecha de frutos maduros que nos ofrece la naturaleza.

sábado, 9 de abril de 2011

Versos

Una brisa otoñal deja caer palabras como hojas liberadas.



Mis versos blancos son alas
Para escalar mis quimeras
Para remozar la rutina
De un tiempo liso
De sueños mutilados
De pasos con ceguera.

Mis versos rojos son incendios
Son pasiones liberadas
Son obstinación y empeño
Que potencian
Que presionan
Que persisten.

Mis versos son arco iris
Son matices de la calma
Son sinfonía escalonada
Para remontar  tristezas
Para apresar fantasías
De tiempos gozosos
De sueños anhelados
De pasos confiados
Que sumergen en luz mi alma.

sábado, 2 de abril de 2011

Atardecer

Una brisa perezosa espeja simples reflexiones.



Miro el atardecer y pienso en el broche de oro  de este día.
Un día que no volverá a repetirse, que desapareció, que puede dejar tallado  en nuestra memoria instantes felices o  amargos; un día que  puede ser recuerdo u olvido pero que no se repetirá. Podremos practicar las mismas rutinas: despertar a la misma hora, preparar el mismo desayuno,  hacer idénticas tareas, es decir podemos hacer una copia exacta, un clon del día que hoy cierra su puerta, mas, los sabores conjugarán diferentes, los aromas se dispersarán más tenues o más intensos, las sensaciones  flotarán distintas y aunque las horas dancen al mismo ritmo, avanzaremos por ellas desde nuestra ansiedad o desde nuestra abulia, desde la angustia o del regocijo, desde la emoción o del sentimiento.
El atardece me señala que debo reunir las vivencias de hoy y atesorarlas como joyas preciosas porque son únicas, irrepetibles, siempre notables si somos capaces de descubrir su esencia, siempre jugosas si nos dejamos cautivar por el aprendizaje que prometen.
Entreguémonos pues, a la magia de cada día sin desechar ni una brizna de luz o de sombra,  y cuando ese atardecer cubra de oro nuestro horizonte, agradecidos dispongámonos a vivenciar con más entusiasmo el encanto de un nuevo día.