La brisa abre otra vez las ventanas para que se filtre la luz.
A veces el tiempo se pega en la piel
del reloj y atenaza las agujas con una membrana gelatinosa. Y los minutos son
horas… y las horas días… y los días…
Sin embargo, otras veces es tan
fugaz como las estrellas fugaces, y tan
frágil como las escamas brillantes de esas mismas estrellas.
El tiempo. Mi tiempo es
cómplice extraño de mis emociones y tan
pronto se sujeta a mis lágrimas como huye con mis sonrisas. Mas, cuando
necesito de su medicina, cada día me entrega una dosis de calma y cinco medidas
de aceptación.
El tiempo. Mi tiempo es el médico
perfecto: lento, tenaz pero irreversible.
Me arrojo en la dualidad de mi
tiempo y conspiro para retenerlo en la luz.