lunes, 17 de agosto de 2009

Silueta de madera


¡Oye! ¡Detente! ¿Observas mi silueta? No puedo disimular mis formas femeninas. Y no es casual que te asombre pues yo quiero llamar tu atención, caminante, para que me ayudes a romper el hechizo que me tiene aquí prisionera.

Estoy segura que pensarás, “es sólo un árbol y quizás esté seco”; y sin embargo, tengo vida.

¿Dudas de tu cordura al escuchar tu voz en mi mente? No temas, tengo el don de hablarte porque soy humana, ¡Sí! Soy una mujer encerrada en este cuerpo de madera.

No te afanes, caminante, no me puedes echar de tu mente porque he decidido contarte mi historia.

En un tiempo y lugar de este mundo, yo tuve una familia. Mi esposo, amante cariñoso; mis hijos, dos varones muy dulces. Pero la insatisfacción me llevó a buscar otras sensaciones a través del engaño y conocí a alguien mágico que me estremecía con sólo mirarme.

Te ahorro detalles: fui descubierta. No es fácil el papel de adúltera. Demasiadas emociones, sensibilidad a flor de piel y mucha adrenalina. En cualquier momento se comete el error que desencadena la caída sin retorno al precipicio.

En el seno del abismo interior, me di cuenta que deseaba quedarme con mi marido y mis hijos, mas cuando se lo dije a mi amante, no pudo soportar la pérdida. Él me amaba y centraba su vida en esta relación. Fue entonces que tomó la decisión de no perderme.

No puedes entender, caminante, cómo una historia tan común tenga que ver con que hoy soy un árbol con silueta de mujer, en este parque tan transitado. Te comprendo pero te dije, mi amante era mágico. En realidad, practicaba magia negra y no te puedo explicar el proceso; lo único que sé es que en un momento empecé a sentir que mis miembros se endurecían hasta perder totalmente la movilidad y transmutar mi humanidad en madera aunque mi conciencia siguiera intacta.

Imagino, caminante, que no puedes creerme y debo decirte que no tengo pruebas de esto que te cuento. Pero si creyeras en mí, en este bloque de madera, sería la única forma que yo retomaría mi estado natural.

¡Caminante, no te vayas! ¡Debes creer en tu poder, confía en ti. Arriesga! ¿Qué pasaría si creyeras en mí? Tal vez descubrirías toda tu sabiduría.

Destruye las estructuras del pensamiento lineal. Soy para ti, el obstáculo a vencer.

¡No te vayas, caminante! ¡Todo lo que tú crees, “es”!

Es inútil, yo seguiré siendo de madera y tú no podrás trascender.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué original historia! Si hasta creo oír la voz de la mujer... Tal vez en primavera se borren sus culpas y el caminante trascienda.
Un beso. Ana

Gloria dijo...

Gracias Ana. De todos podré seguir el proceso del árbol porque está en la senda de mis caminatas.
Un abrazo

Anónimo dijo...

muy interesante e imaginativa la historia, la felicito