domingo, 20 de septiembre de 2009

Tormenta


Agoniza el día.

Nubes gordas y oscuras bajan al valle.

El atardecer esconde su pálida tristeza.

El viento alerta con sus silbos hirientes

Y las aves débiles y asustadas esponjan sus alas.

Una soledad opaca reina en las calles.

De pronto, estalla un metálico y temerario trueno.

La tormenta galopa alucinada hacia el pueblo.

Las sombras atrevidas y golosas invaden el caserío.

Alguna luz tierna parpadea asombrada,

Cuando el relámpago estalla en arco iris eléctrico.

La calma opresiva del instante previo se instala.

Mi corazón cantarino detiene su ritmo.

Y entre ráfagas roncas y heladas,

El cielo enfadado se abre en agua sobre la tierra.

Todo es confusión y desorden.

Los árboles se arquean turbados,

Las aves escapan heridas,

Las piedras chocan avergonzadas,

Y yo no sé qué hacer con tanta agua

Y escapo confundido de mi cauce

Y empujo troncos y chapas,

Y arrebato desprevenidos animales,

Y en mi desequilibrio, me resigno.

Si tan sólo soy un arroyo de montaña.

2 comentarios:

Ana María dijo...

Lindas cenestesias para un bonito cuadro pintado en palabras.
¡Bieeeennnn! Un abrazo.

Gloria dijo...

Gracias Ana por conspirar a mi favor.
Besos