sábado, 29 de marzo de 2014

Tiempo

Una brisa en calma distiende sus alas cansadas.

A veces el tiempo se pega en la piel del reloj y atenaza las agujas con una membrana gelatinosa. Y los minutos son horas… y las horas días… y los días…
Sin embargo, otras veces es tan fugaz como las estrellas fugaces,  y tan frágil como las escamas brillantes de esas mismas estrellas.
El tiempo, mi tiempo es cómplice  extraño de mis emociones y tan pronto se sujeta a mis lágrimas como huye con mis sonrisas. Mas, cuando necesito de su medicina, cada día me entrega una dosis de calma y cinco medidas de aceptación.
El tiempo, mi tiempo es el médico perfecto: lento, tenaz pero irreversible.
Me arrojo en la dualidad de mi tiempo y conspiro para retenerlo en la luz.


lunes, 10 de marzo de 2014

Pan, alimento humano y divino

La brisa abraza ideas que enredan recuerdos.

Pan, pequeña palabra que encierra tanta virtud; que trae al presente aromas de historias tuyas, mías y hasta de la humanidad.
Te veo aquí, sobre la mesa, dorado, cálido, con la miga blanca, húmeda, tibia, suave, al alcance de mi mano, y recuerdo el maná del que habla la Biblia y se espejan en mi mente los trigales maduros, mecidos por la brisa, que son la promesa de cascadas de harina  intentando calmar el hambre del mundo.
El sol que desde la corteza entibia mis recuerdos, me devuelve a mi infancia de juegos junto al horno de barro, donde un infierno de llamas dejaba lugar a una cueva negra y candente. Y allí, una pala de largo mango guardaba masas blancas redondeadas, más altas más bajas, con forma de hogaza, de bollo, de rosca, de trenzas, de palomas y otras tantas;  luego de varios minutos y ante los asombrados ojos niños, surgía el milagro del aroma cálido y tibio en una rebanada tierna que era sinónimo de mimo, de  amor y caricia hecho pan.

¿Qué puede ser tan bueno como el pan? Quizás aquello que genera su consumo: calma el hambre, promueve la solidaridad, es mensaje de afecto y aún más, transformado en ostia, es enmienda para el alma.