viernes, 25 de octubre de 2013

Con los ojos en la boca

La brisa se asoma y esconde sin definitivamente retornar.

Mi boca te conoce tanto como mis ojos.
A través de ella distingo cada pliegue de tu piel y cada espacio de tu cuerpo.
Mi boca distingue la tersura de tus manos, la mínima callosidad de tus pies, la antigua cicatriz de una rodilla, la lisura de tu vientre y la turgencia de tus pechos blancos.
Mi boca repara en el lunar caoba de tu cuello, en el brillo de tus labios carnosos y en la ternura de tus ojos miel.
Mi boca advierte el fulgor de tu pelo claro y los rizos atrevidos que me enredan los labios.
Mi boca te ve, aún con los ojos cerrados.
Mi boca te recorre más que mis ojos y visualiza tu angustia, alegría o emoción.
Mi boca es más fiel que mis ojos, por ello, para quererte,  vivo con los ojos en la boca.